jueves, 23 de octubre de 2014

4to. Delirio. Un reino para la princesa.



Se encontraba sentado en el bar que a ella le gustaba. Alguna vez al pasar en el autobús, ella se lo dijo y nunca más lo olvidó, como no había olvidado cada detalle de sus gustos y caprichos.
Paso todo el día tratando de no ensayar en su mente que decir, dejaría que todo fluyera ya que lo que sentía era muy claro y antiguo.
Verla llegar, le quitaría el aliento por unos segundos. Un disimulado gesto con la mano pasada por su pelo, era la clave para que el barman cambiara la música para “SOMEONE LIKE YOU”. El repentino cambio de brillo de las pupilas de ella era muestra de que le había gustado el gesto, lo que aumentaría cuando el mozo le sirviera Martini blanco en una copa, con una aceituna dentro; otra de las cosas que no había olvidado.
El, cerro sus ojos por unos segundos, como acumulando coraje, y apretó apenas los labios.
Ella lo conocía muy bien, y sabia que era lo que seguía.
Tras abrir sus ojos le dijo. – No me importa lo cursi que sea, pero para mí siempre has sido una princesa sin reino. Alguien que con su sola presencia, todo brilla, que hasta el más violento huracán se detenga o que la más silenciosa de las calmas se torne en huracán.
Desde siempre te he amado con devoción y por ello, cada vez que me necesitaste, he acudido incondicionalmente y cada vez que no me necesitabas, te he esperado con infinita paciencia. He llorado la mitad de tus lágrimas, para hacer que tu carga sea menor y he sufrido el total de tu ausencia. Hoy me cubro de coraje y dignidad para decirte que quiero crear y ser parte del reino donde brilles. Que quiero dejar de adorarte en el alma a escondidas y hacerlo en la vida por siempre. Que tu tristeza, tu miedo, tus lágrimas, se conviertan en una historia olvidada. Que los amaneceres, sean un despertar conmigo mirándote mientras en silencio agradezco la bendición de tenerte allí.
La suave sonrisa de ella, parecía decir. – Por fin!
Cerró los ojos, apretó los puños y tras abrirlo, regreso a la realidad; ella aun no había llegado. Dirigió su mirada al barman, quien le sonrió con complicidad y tras dirigirla a la entrada la vio llegar lo que le quito el aliento por unos segundos.
Una vez que ella tomo asiento, un disimulado gesto con la mano pasada por su pelo, era la clave para que el barman cambiara la música para “SOMEONE LIKE YOU”. El repentino cambio de brillo de las pupilas de ella era muestra de que le había gustado el gesto, el que aumentaría cuando el mozo le sirviera Martini blanco en una copa, con una aceituna dentro. El, cerro sus ojos por unos segundos, como acumulando coraje, y apretó apenas los labios. Tras abrirlos, ella le dijo. – Sos mi mejor amigo y quiero contarte algo.
El no dijo nada, solo quedo en silencio y ella continuo. – Me reconcilie con Juan. Me prometió que cambiaria y entendí que yo tengo la mayoría de la culpa para lo que pasa, si yo cambio el seguramente no se enojara tanto. Además estoy segura que será así, porque me propuso matrimonio y evidentemente acepte.
El continúo viéndole sin decir nada.
. – Dime algo. ¿Qué te parece?
Su única reacción, fue quitar la mirada de su amiga y dirigirla al barman, el que no necesito ningún gesto disimulado, y apago la música.

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