sábado, 11 de octubre de 2014

3er. Delirio. Mi compañera.




El medio día de un noviembre cualquiera, los encontró acotados; el uno muy próximo al otro, tan próximos que los dos reposaban sus cabezas en la misma almohada.
Se observaban y con tierna lentitud, rozaban la yema de los dedos en sus mejillas. Sus ojos recorrían con detalle, cada línea, cada recodo, cada color de sus rostros.
Quien los viera, dirían que sus pupilas brillaban como se suelen ver en las telenovelas, como se dibujan en los anime, en las escenas más románticas.
Se miraban, se exploraban como suele ocurrir en los primeros tiempos de casi todas las parejas. Ese era uno de esos momentos que cada uno juraría que todo será eterno, que cada día será así.
De cuando en cuando, ella humedecía sus labios, como saboreando los prolongados besos que hacia un momento, se habían dado, mientras el apenas marcaba una sonrisa.
El, la presentaba como “Mi compañera”, aunque en veinticuatro horas, cumplirán el primer aniversario de casados.
El presentarla así, tenía un significado muy especial para él, ya que él decía que ese adjetivo definía todo lo que ella era. Desde siempre, ella había sido su mejor amiga, su confesora y a partir de casarse, además, se había convertido en su amante esposa, pero más que nada en su fiel e inquebrantable compañera.
Desde sus más negativos compañeros, hasta sus más fieles amigos, habían condenado al fracaso aquel matrimonio. Pero ellos están a pocas horas de cumplir su primer aniversario y aún se adoran como el primer día.
Los minutos transcurren, ellos aún continúan uno viendo al otro, acostados sobre la misma almohada, muy próximos.
El suspiro apenas y atino a decir algo, pero ella coloco sus delicados dedos sobre sus labios, impidiéndoselo; no necesitaba que dijera nada, lo sabía todo.
Sus más íntimos amigos, decían que ellos tenían una extraña forma de hablarse con la mirada, aunque se habían casado a escasos tres meses de haberse conocido.
Ella le sonrió apenas, y él le respondió de la misma forma; estaban hablando en su secreto y extraño lenguaje.
El sol de verano se cuela por los grandes ventanales de la habitación, y estaría de más decir, que ellos poco les importaba la hora que es; continúan acariciándose, porque es mentira que en esos momentos el tiempo se detiene, la verdad es que en esos instantes, a nadie le interesa si hace horas que solo permanecemos viéndole a los ojos de la persona que adoramos.
Sí, es verdad, posiblemente en uno o dos años más de matrimonio, en una pareja normal, estos momentos se hayan disuelto en la rutina, pero en este exacto momento, eso no importa, solo interesa que en este preciso segundo si ocurre.
El, deja de recorrer con la yema de los dedos el suave rostro de su compañera y posa la palma de la mano sobre su mejilla, ella por su parte, hace lo mismo.
Él le sonríe apenas y ella le responde del mismo modo, mientras suavemente asiente con la cabeza.
Un agudo y fuerte pitido, toma cuenta de los sonidos de la habitación. Segundos después, un médico y dos enfermeros irrumpen en la habitación corriendo y exclamando. - ¡Por favor señora, baje de la cama, retírese un momento! Pero por más que ellos gritan, ella no responde.
El tenia cuarenta años y amo a esa mujer hasta el último segundo que el cáncer se lo llevo.
Ella tenía veintitrés y amo a ese hombre hasta el momento que decidió seguirlo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario