Esta amaneciendo, y el sol asoma por las colinas verdes
entibiando el aire, y tengo la sensación de poder sentir toda la tibieza del
mundo en ese instante.
Frente a mí, una rosa de un color impronunciable, único; se
mese danzante en la briza. Al palpar sus hojas, percibo cada una de sus nervaduras.
Tras levantar la mirada, todas las rosas del mundo se mesen en la briza tibia y
puedo sentir cada nervadura a la vez, el perfume infinito, sus colores únicos.
Desvío la mirada a un lado un pequeño pájaro, se posa sobre
mi nostalgia cansada, y entona el trinar de la vida. Acompañándole, todos los pájaros
del mundo me dedican su canto que me sabe a esperanza, que me sabe a fortaleza.
Desvío la mirada hacia el otro lado, y un lago que se pierde
en el horizonte, se mantiene en calma. En sus orillas cristalinas, infinidad de
gemas de incontables colores, describen patrones armónicos que parecen escribir
una historia de gloria, y por un instante, alcanzo la sensación de poder ver
todas las gemas del mundo a la vez.
Bajo a la playa del lago; camino lento por su orilla y la sensación
del agua tibia bañando mis pies, me hacen percibir toda el agua del mundo a la
vez en su infinita bendición.
Y así, avanzo extasiado pues logro percibir cada estrella en
el universo, cada planeta, cada partícula, cada átomo de oxigeno rosando mi
piel, cada aroma, cada suspiro, cada lagrima golpeando el suelo, cada
nacimiento, cada grano de arena de cada playa de todos los lugares del mundo.
Aun así, si me fuera posible sumar todos los elementos de
cada una de las percepciones, tal vez, y solo tal vez, con ellas sería capaz de
hacer una de las letras de la palabra que describe como te presiento a ti.