Hay momentos que luego que
digo las cosas me arrepiento ya que todo se complica y en otros casos, mantengo
silencio y luego también me arrepiento, pues debí haber hablado. Creo que uno
nunca sabe con certeza, cuando está bien una u otra cosa. Lo único que queda es
aprender e ir refinando la conducta. Aun sabiendo que nunca terminará de
aprender ni de tener todas las respuestas.
Supongo también que uno de
mis defectos, es lo impulsivo que soy, y aunque parezca contradictorio, lo
controlado que trato de ser.
Ser demasiado controlado, me
supone una falta de libertad, donde nosotros mismos construimos nuestras cárceles
y a la vez, nos hacemos nuestros propios carceleros.
Muchas veces estas cárceles,
no las imponen, o nos las obligan la propia sociedad, nuestro entorno, las
circunstancia, nuestra posición. Ha habido momentos, que me he impuesto
restricciones pues es absolutamente lógico y necesario hacerlo, en nombre del
equilibrio emocional mío y de los demás. Dar riendas sueltas a ciertas
emociones, podrían causar el caos emocional de personas muy importantes para
uno, y obtener como resultado la retracción y alejamiento de las mismas.
A no ser las personas que son
adictas al dolor, las demás personas, normalmente huyen instintivamente de lo
que les va a provocar dolor.
La literatura, nos tiene
acostumbrados a que las expresiones de amor, den como resultado amor, y en la mayoría
de las veces no es así. El amor que se siente y a su vez, se sabe que no va a
ser correspondido, se debe mantener en silencio, camuflado, pues si el mismo se
revelara, daría como resultado, el alejamiento de la otra persona, el cambio de
actitud de la misma, muchas veces por un comportamiento violento, algo que no
me resulta extraño, pero no lo entiendo.
Muchas veces las personas
viven lamentándose de la violencia y de la falta de amor, pero reaccionan
negativamente frente a la expresión del mismo.
Lo mismo ocurre con la verdad,
que también tiene que ver con lo anterior.
Se suele decir, que nadie es
dueño de la verdad.
Si lo analizamos detenidamente,
hay verdades, que si somos absolutos dueños. Esta verdad se refiere a nuestra
forma de pensar, a nuestros sentimientos, a nuestras razones, a nuestros
gustos, a la sabiduría de circunstancias que nos ha dado la experiencia.
En muchos casos, expresar esta verdad, da como
resultado el rechazo de la otra o las otras personas.
La experiencia me ha
mostrado, que hay verdades que es imposible esconder. La única forma tal vez,
es esconderse y que nadie nos vea jamás. Esto parece tonto, pero es así. Hay verdades
que uno las intenta esconder en la palabra y en la actitud, pero las termina
revelando con la mirada, en la expresión aunque nos cuidemos rigurosamente. Hay
otras que se convierten, aunque no queramos, en mensajes entre líneas; a pesar
de que las mismas pueden permanecer en secreto si nuestro interlocutor no sabe
leer entre líneas.
Muchas veces estuve en
desacuerdo con la frase “El silencio otorga”, pero debo decir que en infinidad
de casos, el silencio es revelador, más aun si la otra persona está frente a
uno, ya que seguramente este silencio revelador, es reafirmado con la expresión.
Otra forma de mantener en
secreto algunas cosas, es careciendo o eliminando la necesidad o las ganas de
expresarse, ya que de lo contrario, la misma nos jugara una mala pasada,
revelando en nuestras facciones, expresiones o casi como si tuviera vida
propia, escribiendo mensajes entre líneas.
Muchas veces, esconder los
sentimientos, cualquiera sea, es como jugar a las escondidas en pareja, y
mientras uno guarda silencio, la otra canta a viva voz. De cualquier modo, hay
gente que jamás oiría a la parte que canta.