viernes, 4 de abril de 2014

Otra busqueda.



Cada mañana, me levanto muy temprano y me preparo con mi cámara fotográfica a esperar el amanecer. A diario saco unas 30 fotografías, busco diferentes ángulos, espero que las frágiles pirocas crucen por el sendero dorado, cambio los filtros de luz,  en una afanosa búsqueda de captar el amanecer perfecto. Más tarde, regreso a mi habitación y elijo la que creo mejor de todas.
Hoy, no me ocurrió nada diferente; simplemente luego de elegir la imagen de este día y guardarla con las demás, me di cuenta que a diario logro exactamente lo que busco. Recordé lo que me enseño Dandara alguna vez; a descubrir la magia y la maravilla en lo que muchas veces pasa desapercibido por nuestro ojo empírico.
Todos los amaneceres son perfectos, pues los mismos se desarrollan con su magia propia cada vez. Es como una función que cada día es diferente, sin ser mejor que la del día anterior, ni lo será que el día siguiente. Cada uno, es un acto único, que solo existirá esa vez, ya que por suerte, jamás volverá a repetirse.
Esta revelación, no provocara que deje de levantarme temprano y concurrir a esperar el amanecer, al contrario, me ha dejado la necesidad de tratar  de perderme la menor cantidad de estas funciones únicas, a las que muy pocos concurren. Ya que a la vez, es casi imposible en este mundo, ser participe cada día de algo, literalmente e inquebrantablemente perfecto.